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EEUU, Colombia y Brasil cercan militarmente a Venezuela, mientras utilizan el hambre y la desesperación como sus principales armas para derrocar a Nicolás Maduro


Aunque a estas alturas son innegables el despliegue militar de los Estados Unidos en la frontera con Venezuela y la amenaza de una agresión militar directa, en alianza con los gobiernos de Brasil y Colombia, los planes inmediatos del Pentágono no necesariamente pasan por desembarcar tropas en el terreno, sobre todo cuando tiene a su disposición un arsenal mucho más efectivo y probado en conflictos recientes: la desesperación y el hambre.
Por: Sergio Alejandro Gómez para http://www.cubadebate.cu


En lugar de invadir el país y enfrentar directamente a un ejército cohesionado y bien pertrechado con tecnología rusa, todo indica que Washington y la derecha venezolana pretenden utilizar a los sectores más pobres, que son también los más afectados por la crisis económica, como carne de cañón en su enfrentamiento contra las autoridades legítimas.

La clave del plan está en la supuesta operación de entrega de ayuda humanitaria a Venezuela, que organiza con todo cinismo el mismo país que aplica un bloqueo económico que ha costado 350 mil millones de dólares a la nación que se quiere “ayudar”.

Washington montó un cerco financiero contra Caracas que incluye la industria petrolera, fuente de más del 90 % de sus ingresos en divisas, e impide la movilización de los fondos y reservas soberanos en el extranjero con los que se adquieren productos básicos como comida y alimentos.

Aunque los programas del gobierno para llevar recursos directamente a la población han dado cierta cobertura a los sectores populares, la hiperinflación y el bloqueo han causado desabastecimientos y falta de bienes esenciales.

Es ese escenario, Estados Unidos moviliza comida y alimentos a tres puestos fronterizos en Colombia, Brasil y Curazao, para mostrarse como el salvador de la misma gente que intenta rendir por hambre y, de paso, le ofrece una moneda de cambio al autoproclamado presidente Juan Guaidó.

El sábado 23 de febrero es el día pactado para la etapa final del plan. Washington y Guaidó aseguran que la “ayuda” ingresará al país por una vía u otra, mientras el gobierno legítimo considera que es una afrenta a su soberanía y una cobertura para agredir la integridad de la nación.

La supuesta ayuda humanitaria sirve además como cobertura a un despliegue militar inusitado y mantiene abierta para Washington las posibilidades de acción militar directa en caso de que fracasen sus otras “opciones”.

Los recientes movimientos de tropas estadounidenses, reportados por fuentes públicas y medios de prensa, confirman que Washington se dispone a cercar militarmente a la República Bolivariana de Venezuela bajo la excusa de una supuesta “intervención humanitaria”.

“Estados Unidos acumula silenciosamente su poder militar cerca de Venezuela”, señaló en el diario Washington Examiner el periodista y experto militar británico, Tom Rogan. “Una importante presencia naval y marítima de los Estados Unidos está operando cerca de Colombia y Venezuela. Ya sea por coincidencia o no, estos despliegues le brindan a la Casa Blanca un rango creciente de opciones”.

De acuerdo con Rogan, en menos de una semana el Pentágono está en condiciones de desplegar 2 200 marines, aviones de combate, tanques y poner dos portaaviones en Venezuela.

Las tres puntas del tridente norteamericanoson El Caribe, Colombia y Brasil. No es casual que el almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur, haya visitado Bogotá, Brasilia y Curazao durante los últimas semanas, bajo la cobertura de la supuesta organización de la entrega de “ayuda humanitaria” a Venezuela.

Organismos internacionales como la Cruz Roja y las Naciones Unidas, que usualmente lideran este tipo de movilizaciones humanitarias en el resto del mundo, se han desmarcado del plan estadounidense por sus claras intencionalidad política.

Pocos dudan que el desenlace de esa confrontación marcará el rumbo de Venezuela y el éxito o fracaso de los planes estadounidenses.

Los escenarios del sábado se podrían resumir en dos: en el primero, las autoridades legítimas logran evitar el ingreso de la supuesta ayuda humanitaria y desmontan la operación de la derecha y Washington; en el segundo, la supuesta ayuda humanitaria entra al país, ya sea por la fuerza u otra vía, lo cual socavaría la autoridad del Gobierno.

En ambos casos, un factor fundamental es la cohesión de la Fuerzas Armada Nacional Bolivariana (FANB), garantes de la seguridad en la frontera.

Pero, contrario a lo que muchos puedan creer, la principal amenaza contra Venezuela no proviene de las fuerzas extranjeras apostadas al otro lado de la frontera, si bien estas constituyen una amenaza y una presión injerencista.

Un tercer escenario para el sábado es que Estados Unidos y Guaidó no busquen ingresar la ayuda con la fuerza, sino que la dejen en los mismos puntos fronterizos y convoquen a cientos de miles de personas para que la vayan a recoger y desafíen las órdenes del Ejército.

Los militares se verían entonces en la difícil encrucijada de reprimir a los manifestantes y mantener el orden o dejarlos actuar y socavar su autoridad.

Hay pistas que indican que ese es el plan. Guaidó está dedicado a reunir un millón de voluntarios para marchar hacia los puntos fronterizos, custodiados del lado venezolano por la FANB y la Policía.





Como suele pasar, la burguesía no le pone el pecho a las balas en ningún país. De ahí que muchos de lo que responden a ese llamado son las personas pobres, las mismas que resultan golpeadas por el bloqueo estadounidense y el desabastecimiento.

No es lo mismo repeler a un agresor extranjero que actuar contra tu propia ciudadanía, en especial si estos están en una situación de pobreza y desesperación.

La estrategia que se aplica contra Venezuela no es nueva, sino que está recogida en los manuales de Guerra No Convencional (GNC).

A diferencia de los enfrentamientos tradicionales, su objetivo es potenciar la confrontación entre las autoridades y los ciudadanos, para que el Gobierno pierda capacidad de liderazgo y caiga sin tener que involucrar a fuerzas militares foráneas.

Desobedecer las leyes, crear un gobierno paralelo, organizar instituciones económicas alternativas, acechar a funcionarios públicos, destruir propiedades, incautar bienes, marchar, obstruir eventos sociales, boicotear elecciones, afectar el funcionamiento de las escuelas, falsificar identidades, buscar el encarcelamiento, hacer huelgas de hambre y sobrecargar los sistemas administrativos del Estado, son solo algunos de los 198 métodos para derrocar gobiernos que propuso hace más de cuatro décadas el experto en golpes de la CIA, Gene Sharp.

Las “representaciones teatrales y los conciertos” están numerados con el número 36 en el listado. Eso es precisamente lo que organiza Washington en la frontera con Colombia, con la presencia confirmada de artistas internacionales como Juanes, Maluma, Nacho y Juan Luis Guerra.

Precisamente uno de los aspectos fundamentales para el éxito de las operaciones no convencionales es la dimensión simbólica, en especial la construcción de la realidad a través de los medios de comunicación y la cultura popular.

Todas las figuras involucradas en el concierto, con o sin conocimiento, se han convertido en cajas de resonancia del golpe de Estado contra Venezuela.

Los expertos de Washington saben bien que una intervención militar directa despertaría los sentimientos antiimperialistas. Aunque pueda ser respaldada por gobiernos derechistas aliados, una guerra generaría un contundente rechazo popular, incluso de quienes no simpatizan con el chavismo.

Además, están los retos logísticos. El Pentágono desplegó 26 mil soldados en 1989 para su invasión contra Panamá, que contaba con un ejército pequeño y poco armado. La poca resistencia que hubo fue por panameños anónimos en barrios populares como El Chorrillo y San Miguelito, donde se provocaron al menos 24 bajas a los militares norteamericanos y varios cientos de heridos.

El Caribe: Del portaaviones Abraham Lincoln a Curazao

Con la autorización de Holanda, Estados Unidos organiza un centro de distribución de la supuesta ayuda en la isla de Curazao, a escasos kilómetros de las fronteras con Venezuela.

Pero la movilización militar es mucho más amplia en la región del Caribe. En la denuncia cubana, se explica cómo entre el 6 y el 10 de febrero de 2019, se realizaron vuelos de aviones de transporte militar hacia el Aeropuerto Rafael Miranda de Puerto Rico, la Base Aérea de San Isidro, en República Dominicana y hacia otras islas del Caribe estratégicamente ubicadas.

Ahora se suma el anuncio de que la Marina de los Estados Unidos desplegó un Grupo de Ataque con Portaaviones (CSG) en el Océano Atlántico y frente a las costas de Florida.


Colombia, donde Bolton quiere mandar 5 000 tropas


Desde los tiempos del Plan Colombia, inaugurado en 1999, Colombia es uno de los principales aliados militares de Estados Unidos en la región. Washington estuvo a punto de instalar formalmente siete bases militares en territorio colombiano durante el mandato de Álvaro Uribe, pero una decisión de la Corte Constitucional bloqueó el plan.

Sin embargo, Bogotá encontró la manera de burlar los controles y finalmente se autorizó una presencia y despliegue logístico estadounidense en las principales instalaciones militares de la nación andina.

Esa estrecha alianza saltó a los titulares a finales de enero, cuando el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, mostró “accidentalmente” una anotación en su cuaderno de apuntes con el plan de enviar 5 000 tropas estadounidenses a Colombia, como parte de la operación contra Venezuela.

El propio presidente Donald Trump no descartó la idea y, al ser preguntado al respecto durante una reunión con su homólogo colombiano, Iván Duque, se limitó a decir: “Ya veremos”.

El presidente colombiano, por su parte, prefirió no responder con un “sí” o un “no” la posibilidad de que Colombia permita el ingreso de tropas estadounidenses, a pesar de que el periodista Bricio Segovia, de la Voz de América, le preguntó lo mismo en varias ocasiones:
Durante la entrevista, Segovia le pregunta a Iván Duque:
– ¿Colombia estaría dispuesta a recibir 5.000 tropas en su territorio?
A lo que el presidente colombiano respondió: – Yo no soy bueno interpretando cuadernos de otras personas.
Segovia insiste: – Usted ha estado con él (John Bolton), recientemente.
– Yo lo que le puedo decir es que estamos trabajando intensamente por la liberación del pueblo venezolano y lo hemos venido haciendo con un exitoso cerco diplomático. Ese cerco diplomático no tiene precedentes. Ese cerco diplomático ha aislado al dictador. Ese cerco diplomático es irreversible y la continuidad de este va a venir del efecto dominó que se debe activar desde las Fuerzas Militares de Venezuela – responde Duque.
– Pero, ¿está dispuesto Colombia a recibir a tropas militares en su territorio? – replica Segovia.
– Yo he sido claro, la solución en la que creo es en la del cerco diplomático. La continuidad del cerco diplomático debe ser el efecto dominó que se va a generar en Venezuela cuando más miembros de las Fuerzas Militares le entreguen su lealtad a Juan Guaidó – enfatiza Iván Duque.
– Entonces, no esta dispuesta Colombia a recibir tropas estadounidenses en su territorio… – aclara Segovia.
– Nosotros hemos sido claros. Lo más importante para que Venezuela alcance la libertad es el cerco diplomático, dice Duque.
– Entonces, ¿es un no? – insiste Segovia
– El cerco diplomático es la herramienta más importante que se ha visto en la historia de Latinoamérica. Entonces, creo que este es un gran triunfo para celebrar. La continuidad de esto se ve representada en que haya más militares al igual que los que ya lo hicieron en los últimos días entregándole su lealtad y juramento a Juan Guaidó.
– Discúlpeme señor presidente, pero no me está contestando la pregunta. ¿Está dispuesto Colombia a recibir tropas estadounidenses en su territorio? – vuelve a insistir Segovia.
– Le vuelvo a responder… – dice Duque.
pero Segovia lo interrumpe – ¿Sí o no? no tiene matices esta pregunta.
– Es que como no tiene matices le reitero que creo fehacientemente en la importancia del cerco diplomático, concluye Duque.


Segovia pidió a sus seguidores en su cuenta de Twitter que saquen sus propias conclusiones tras la evasión del presidente.

Aunque aún no se confirma el arribo de los 5 mil efectivos militares, Estados Unidos ya tiene en funcionamiento un puente aéreo desde la base militar de Homestead en Florida a la localidad colombiana de Cúcuta, a 2 600 kilómetros de distancia.

Para las operaciones se utilizan al menos tres aviones de transporte militar pesado de largo alcance C-17 Globemaster III, fabricados por Boeing y con capacidad de cargar 180 toneladas y entre 80 y 100 tripulantes.

Homestead es, además, la sede del polémico Comando Sur de EE.UU.


El Brasil de Bolsonaro, un nuevo aliado del Pentágono


Brasil, el mayor país de Sudamérica y que cuenta con las mayores fuerzas militares, se ha convertido en los últimos años en un aliado inesperado del despliegue del Pentágono en la región.

Los gobiernos de Michel Temer (interino tras un golpe de Estado parlamentario) y de Jair Bolsonaro, pretenden cambiar la matriz de fuerte nacionalismo que se consolidó durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores.

En una de las primeras entrevistas tras asumir como presidente, el ultraderechista Bolsonaro aseguró al canal SBT tener abierta la posibilidad de instalar una base militar estadounidense en el país.

Pero Bolsonaro, un excapitán de rango menor, se retractó en parte de su idea al recibir fuertes críticas de sus propios generales.

Sin embargo, nadie pone en duda la cercanía del nuevo presidente brasileño con su homólogo estadounidense, ni la admiración de dos de sus hijos por el Mossad (servicios secretos hebreos) y por el Ejército de Israel.

El jefe del Comando Sur de Estados Unidos estuvo la semana pasada en Brasil y fue recibido por el canciller Ernesto Araújo, con quien discutió el “asunto Venezuela”.

Bolsonaro se comprometió a utilizar el estado de Roraima como centro de acopio de la supuesta ayuda humanitaria contra Venezuela, y por lo tanto del despliegue logístico estadounidense.

Sea cual sea el objetivo de la movilización militar ordenada por la Casa Blanca -desde los preparativos de una agresión directa a otra medida de presión psicológica contra sus autoridades legítimas-, lo que resulta innegable en este momento es que Estados Unidos mueve sus fichas en la región para cercar Venezuela por todas las vías a su alcance.

Ante ese escenario, Cuba hizo un llamado a todos los pueblos y gobiernos del mundo a defender la Paz y a oponerse unidos, por encima de diferencias políticas o ideológicas, para detener una nueva intervención militar imperialista en la América Latina y el Caribe que dañará la independencia, la soberanía y los intereses de los pueblos del Río Bravo a la Patagonia.

Venezuela: encrucijada vital para impedir una crisis ideológica en el continente y el mundo

Venezuela es un país muchísimo más grande y difícil de ocupar, donde se ha ido incentivando un sentimiento patriótico y anti-imperialista en las Fuerzas Armadas y el pueblo. El gobierno de Trump, golpeado por escándalos internos y con un Congreso dividido, no tendría fácil justificar los costos de una guerra como esa.

Sin embargo, el éxito de una operación de Guerra No Convencional, con menos costos militares y económicos, resulta mucho más atractivo para el Pentágono y los políticos de Washington.

De conseguirlo, se sentaría un nefasto referente y un nuevo capítulo en la lista de golpes de Estado, intervenciones militares y operaciones secretas que tienen el sello de Washington en nuestra región.

En Venezuela no está en riesgo solo el futuro del gobierno bolivariano, sino el de todos los países de América Latina y el Caribe.

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